Iniciaba la presente administración federal comparando nuestra competitividad en infraestructura con otros países, tanto a nivel global (ubicándonos en el lugar 64 de entre 125 países) como a nivel Latinoamérica, ubicándonos en 7o lugar de 13. En ambos casos nos encontrábamos por debajo de la media y del promedio de entre éstos.
Es sabido que la infraestructura es sinónimo de desarrollo económico, social y personal, y es precisamente por esta razón que tanto el crecimiento económico como las oportunidades de incrementar la calidad de vida de cualquier país, estado y municipio se relacionan directa y contundentemente con el desarrollo de su infraestructura.
En nuestro país mucho se ha avanzado, pero falta más por hacerse en todos los sectores: comunicaciones y transportes, educación, salud, seguridad, desarrollo económico e industrial (logística), energía, turismo, medio ambiente, etc. Hoy en día existen varias alternativas contractuales para desarrollar infraestructura:
• Si la infraestructura no genera suficientes recursos para sí, se puede recurrir a la obra pública tradicional
• Si se busca elevar los estándares de calidad y tiempo, la respuesta es la obra pública financiada
• Si se pretenden elevar los estándares de disponibilidad y desempeño, y compartir responsabilidades y riesgos con el capital privado, están los Proyectos para Prestación de Servicios
• Si la infraestructura genera recursos suficientes, entonces se debe recurrir a la concesión
• Si genera sus propios recursos pero no suficientes, una solución es la concesión con apoyo y/o pago mínimo garantizado
Uno de los paradigmas que afortunadamente se ha venido rompiendo, es el de haber cambiado nuestra visión, la cual se ha transformado a largo plazo en todos los sentidos. Un desarrollo sustentable de infraestructura no puede llevarse al cabo con éxito si sólo se miran fronteras a 3 y 6 años. Una empresa, cualquiera que fuere su giro, no podría subsistir si cada 3 o 6 años se le cambia por completo sus componentes organizacionales tanto en las áreas administrativas como en las operacionales. Entonces ¿qué esperamos que suceda en un país, estado o municipio?
Va a ser muy importante que se le siga dando seguimiento al actual Plan Nacional de Infraestructura 2007-2012 y a la meta propuesta para el 2030, independientemente de los colores que ocupen las siguientes administraciones, pues ya están fincados los cimientos, ya está identificado el rumbo a seguir, y ya está en desarrollo un 40% de esa infraestructura.
Importante va a ser también que el Plan Nacional de Infraestructura se vaya complementando y reforzando con los Planes de Infraestructura que cada estado diseñe y lleve a efecto, sin perder de vista la filosofía de presupuestos multianuales y visión de largo plazo, categorizando el desarrollo de la infraestructura de conformidad con las prioridades y necesidades de cada región, equilibrando los beneficios económicos, sociales y humanos que esto conlleva, integrando equipos de trabajo que no necesariamente dependan de los periodos de cada administración cuya única misión sea el darle seguimiento y cumplimiento a los planes comprometidos.